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lunes, 25 de agosto de 2008

la luz




Fui caminado hacia el horizonte donde había una extraña luz
Era preciosa sin duda pensé que eran una luz bendita
Era una luz que iluminaba los campos sombríos de mi alma
Pero un día esa luz me acerque y mis manos empezaron a sangrar
Y no savia que me pasaba sentía una hoguera infinita quemaba mis manos
Y mis ojos se volvieron sombríos por las eternidades
Y medio ganas de romper mi cara en los espejos húmedos de tristeza
Y estremecer el cielo con mi voz rasguñada por la histeria
Y podrirme entre los cuervos áridos
Y quemarme en la hoguera de mis ojos fugitivos
Tengo ganas de cortarme las piernas y caer en un abismo
Y arrastrar mi rostro y denuscandolo
En el silencio fúnebres de los patios grises
Donde el tiempo es una flor ofuscada
Me gustaría sofocar mi pecho
Y derribar las golondrinas en mi trinchera agitada
Me gustaría quedar en la fosa carreñosa de la muerte
Me gustaría sellar mis ojos y hundirme en la agonia
Y torturarme y enterrarme una triste cruz en mi pecho desesperado
Y enterrarme una almohada nostálgica en mis ojos desolados
Y combatir el insomnio y tener necesidad de tragedia perpetua
Estuve en vuelo hacia el cielo y en la mitad del camino
Mis alas se quemaron y caí hasta las sombras
Y laberintos donde corre la muerte
Y no puedo aguantar el llanto los ocasos se corrompe golondrinas
Y se suicidan luciérnagas
Y veo llorar muñecas de terciopelo funestas
Y el llanto de las luciérnagas ilumina mi rostro cautivo
Y en los nidos de las hormigas se guarece el caudal púrpura
No podré descansar el diluvio hace la profundidad de voz acongojada
El fuego apocalíptico devora el paisaje armonial
Esa maldita luz daña mis ojos
Me corrompe y me arrastra y me descuartiza
Ofuscándome la memoria
Esa maldita luz aplasta mi sombra y escupe en mi tumba
Y patea mi triste cruz de mis ojos
Y triza los orificios de los cielos
Fui caminando y no pude contemplar la dulzura de las mañana
Las luciérnagas estaban muertas y no pude asumir mi maldita tragedia
De correr con los pies ensangrentados y dislocándome entre las cunetas
Y no pude distinguir si era una caída o un vuelo hacia abajo
No pude mantenerme esa maldita luz celestial
me destroza
Como a un niño fraticida de rostro de cianuro
No pude mas
me deje caer como una flor
No por un acto armonioso
Si no por un acto fúnebre
Mis manos se volvieron un caudal de emociones
Y no pude asumir que no quedaba nada
Solo esa maldita luz que me devora mis noches y mis ojos
Y suicida mi pensamiento
Y me destreza como un maldito bélico de la confusión
Y me cautiva como un pequeño huerfano de cielo
Esa luz me rompe los ojos y me deja ciego de tiempo
Y no me deja respirar mis emociones
Y la maldita verdad es que soy prisionero
Prisionero de mis propios delirios
Esa maldita luz me hace caminar con las manos ensangrentadas
Y me retuerce el hocico en histerismo

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